sábado, 26 de mayo de 2012

Trampas de la nostalgia

Hace tiempo, quizá por falta de conexión (varias, la más práctica también) que no me da por venir aquí, pero hoy, entre copa hemofílica e hijos de Ségolène aparece un párrafo de Jesús, no de la Cruz sino del Cielo Vacío, entre las cosas que leo (ando leyendo cosas que ni la Maga, vergüencita me da, es lo que tiene el reader, mierda de excusas), algo sobre lo que somos cuando estamos con otros, o con otro, así en singular. U otra, si hablamos de tí, que por ahí estarás, y qué andarás haciendo, etc. 




"Es raro, a veces nos comportamos de una forma especial con una sola persona. Y se me ocurre que si dejamos de ver a esa persona, ese trozo de nosotros se muere. Algunas caras necesitan un espejo en el que reflejarse: si el espejo se rompe o desaparece, la cara deja de existir. De esta manera, una parte integral de mi se esfumó como si nunca hubiese existido." http://cielovacio2008.blogspot.com.es/2010/09/deserciones.html

Pero al leerlo, uno se podría llevar por el lado blue, blue, blue del asunto, ese lado del que tiene algo y lo pierde, pero no, basta del espejo que no está, vamos con los que están e incluso ya son, y no entremos en que otros vendrán, otro camino seguro, y vayamos al caminito no transitado, al de los espejos que están por aquí, un sábado por la mañana, escribiendo incluso, trabajando seguro (paso de preguntar), mientras yo pienso en qué espejo me tocará mañana (no, no, este es el camino de los que vendrán) 

-¿qué estás haciendo?
-no lo que debería

El espejo pregunta, y sí, está trabajando, y yo enviando violetas a direcciones inventadas, (no, no, este es el camino fácil de las direcciones que no existen). 

Volvamos a lo que somos cuando estamos con alguien que no somos como con el resto, se podría decir que soy la misma que sola, pero no sería honesto. Cuán honesto se pone el otro conmigo, como si me debiera eso, o más bien, como si pudiera serlo, como si el espejo que soy no invirtiera en deformar realidades, al menos no las realidades que normalmente etc.

Entonces como espejo lo que devuelvo es una imagen que intenta no deformarse, no mirarse en otros espejos, pero el fondo sí se deforma, se desdibuja y se tiñe, el espejo que soy es un tramposo, no devuelve entornos reales, los cambia para adaptar la imagen que devuelve. Un espejo que transforma entornos para dejar intacto a quien refleja, y vendrás a buscarte como eras a este espejo, porque también recuerda como fuiste (no, este camino del pasado no era).

¿Y qué me devuelve a mí el espejo? Mi espejo no me refleja, estoy difuminada en ese espejo, escondida tras una imagen de suficiencia, eso cuando hay más espejos, que todos reflejen los mismo, mejor mejor. Pero aquí, hoy sábado, el espejo refleja cierta paz, cierta necesidad de ser quien no puede "ser" en toda la semana, y nada más




sábado, 4 de febrero de 2012

Julio insurgente

“Fui enfermizo y tímido con una vocación para lo mágico y lo excepcional que me convertían en la víctima natural de mis compañeros de escuela más realistas que yo. Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo distinto al de los demás.”

Este es el Julio Cortázar que pudimos ser todos.

“Tuve una infancia en la que no fui feliz y esto me marcó muchísimo. De ahí mi interés en los niños, en el mundo de los niños. Es una fijación. Soy un hombre que amo mucho a los niños. No he tenido hijos, pero los amo profundamente. Creo que soy muy infantil en el sentido en que no acepto la realidad. A los niños les cuento cosas fantásticas e inmediatamente establezco una buena relación con ellos, muy buena. Lo que sí no me gustan nada son los bebés, no me acerco a ellos hasta que no se vuelven seres humanos...”

Esto explica la relación de Horacio y Rocamadeur

“Es extraño porqué las mujeres no leen a Julio Verne. Mi madre leía mala literatura, no era culta pero su imaginación me abría otras puertas. Teníamos un juego: "Mirar el cielo y buscar la forma de las nubes e inventar grandes historias." Esto sucedía en Bánfield. Mis amigos no tenían esa suerte. No tenían madres que mirasen las nubes. En mi casa había una biblioteca y una cultura.”

Su madre, La Maga, y las madres que se abren otras puertas, otras nubes.

“Me encerré durante años a leer, no hablaba con nadie, durante mi juventud fui un misántropo, me metí en el mundo de la cultura y de la estética y eso duró muchos, muchos años. Leía, sólo leía. Y escribía, sin publicar, por orgullo, porque sabía que lo mío era bueno.”

Esto que le he leído de diversas maneras en otras ocasiones es admirable, esa conciencia de lo que hacía.

“Fueron mis años de mayor soledad. Fui un erudito, toda mi información libresca es de esos años, mis experiencias fueron siempre literarias... Vivía lo que leía, no viví la vida. Leí millares de libros encerrado en la pensión; estudié, traduje... Descubrí a los demás sólo muy tarde.”

Descubrir a los demás tarde, qué grande esa verdad que se clava. Aunque tarde, ¿tarde para qué? ¿de qué tiene que dar tiempo?

“Oye, yo ya estoy lo bastante viejo para saber al cabo de diez minutos de conversación con una persona si es un fracasado, un parásito o un profesional de la ayuda ajena, y a estas especies las detecto rápidamente, desde la niña a quién le gustaría acostarse con el escritor famoso simplemente porque cree que esto la va ayudar o porque le gusta.. Tengo suficientes antenas para comprenderlo y con gente así no pierdo el tiempo aunque soy lo bastante cortés como para despedirlos por medio de una charla de cinco minutos y no volver a verlos. En cuanto a los débiles, no puedo responderte lo mismo porque el débil no tiene la culpa de serlo. Se puede ser débil por muchos motivos. "

Los débiles no son lo mismo…

“El fascismo es pesimista y por eso no tiene ningún amor por el hombre, ningún respeto. El socialismo -tal y como yo lo veo- está basado en el amor.”

"- ¿Y el amor es optimista?"

"- ¡Claro! Tiene que ser optimista. ¿Cómo te enamoras tú si no eres optimista? Tú no te puedes enamorar de modo pesimista, Elena, hay una contradicción en las cosas, yo no me puedo enamorar de una mujer en un plano pesimista..."

No hay sino que mirar al caso de Nacho Vegas con Rosenvinge.

“Si tú has leído El Libro de Manuel te acordarás que el dilema de Andrés -quien me refleja mucho- es el de un hombre que al final toma un compromiso, entra en un camino, pero en última instancia no está dispuesto a renunciar a cierto tipo de actividades estéticas como puede serlo la pintura cinética. Se las lleva consigo a su nuevo campo de vida. Y eso creo que soy yo. Para mí, los cronopios (personajes de mi propia obra) son tan revolucionarios como la descripción de una zafra.”

Que la revolución no nos quite el criterio, que el criterio no nos mate la risa.

“Yo creo que fui un animalito metafísico desde los seis o siete años. Recuerdo muy bien que mi madre y mis tías (mi padre nos dejó muy pequeños a mi hermana y a mí), en fin, la gente que me veía crecer se inquietaba por mi distracción o ensoñación. Yo estaba perpetuamente en las nubes. La realidad que me rodeaba no tenía mucho interés para mí. Yo veía los huecos, digamos, el espacio que hay entre dos sillas y no las dos sillas, si puedo usar esa imagen. Y por eso, desde muy niño me atrajo la literatura fantástica.”

Y como sabemos, la metafísica no existe más allá de las nubes…



domingo, 15 de enero de 2012

De más

Está de más hablar aquí de Pedro, seguro también se ha hablado de la teoría del Hueco, ambos deben ser la banda sonora y el hilo conductor escondido de este blog. Una vez, hace mucho pero fue ayer, que me dijeron que pareciera buscar un asidero, a veces lo escondo mejor, y a ratos me olvido que busco, me olvido del afán cazador, del afán de eternidad, o del otro, ese de la transparencia, el de jugar con las cartas boca arriba, pero salen a la menor ocasión, quizá no en la mejor, las mejores ocasiones no le interesan a quien busca.

Segura estoy que todos tenemos ese hueco, sólo que hay varias formas de relacionarse con él. No sólo existe el afán de llenarlo, no, con el tiempo he observado más formas, antes iba yo creyendo que sólo había una, la mía, y las otras eran pálidas formas de ocultar la única posible (ay, otro día hablamos de la verdad, otro día).

Pues hay gente, yo lo he visto, que no lo llena, lo deja estar, deja al hueco que se manifieste, y cuando lo hace, lo dicen tranquilamente, pero no con tristeza (esa es otra especie, la conozco muy bien) sino con franqueza (y tampoco con la franqueza de quien lo exhibe, esa también es otra especie), la sensatez de decir: Mira, este es mi hueco, está así, casi vacío, y eso es lo que hay, no me afano en llenarlo, ni me siento a interrogarlo, ni lo observo preocupado, ni voy probando a ver si lo satisfago con experiencias varias, sólo lo tengo y lo digo con franqueza cuando tengo esa vaga necesidad que para otros es grito. Es casi un extraño, y lo llevo conmigo, como si estuviera de más y no me molestara.

domingo, 1 de enero de 2012

Cada ciudad puede ser otra


Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser tantas
como amorosos la recorren








el amor pasa por los parques


casi sin verlos amándolos














entre la fiesta de los pájaros

y la homilía de los pinos














cada ciudad puede ser otra

cuando el amor pinta los muros














y de los rostros que atardecen

unos es el rostro del amor












y el amor viene y va y regresa
y la ciudad es el testigo















de sus abrazos y crepúsculos

de sus bonanzas y aguaceros










y si el amor se va y no vuelve

la ciudad carga con su otoño

ya que le quedan sólo el duelo
y las estatuas del amo









 Mario Benedetti.