No das respuestas
ni luz a mi jardín,
y no hay guerrero
que descanse en ti.
No hay luna de agosto,
ni lluvia de abril,
que no haya dormido
antes en ti.
Eres pequeña
como una estrella fugaz,
como el universo
antes de estallar.
Vuelas como la risa,
como el diente de león.
Si yo te miento,
tú lo haces mejor.
Ahora dime qué te han de ofrecer
la tardes perdidas, tu sangre en mi piel,
la casa cansada, la manta en el sofá,
la tele encendida, las ganas de llorar.
Y ahora dime qué te van a dar
la paz en tu vientre, la calma del mar,
gaviotas cansadas, mi sombra en el sofá,
la brasa encendida, las ganas de matar.
Eres la copa rota,
el mar en que me adentro,
viento que susurra,
el tálamo desecho,
ácido en mis ojos,
el café de mis mañanas,
la mano en el sexo,
el rumor de batalla.
No das respuestas
ni luz a mi jardín,
y no hay guerrero
que descanse en ti.
No hay luna de agosto,
ni lluvia de abril,
que no haya dormido
antes en ti.
He pensado en mi ciclo, mi orden, mi sentido. Sabía que este post saldría asi, irritante, personal, venía a compensar los anteriores en su necesidad de equilibrio, para que las piezas encajen. Es lo malo de los cumpleaños, te permiten el balance de un ciclo, más aún que los cierres anuales o las despedidas a medias. La distancia con la que fui parece mucha... metida en una historia de exceso, de pulsión, quizá no arriesgué lo imposible, pero encontré la calma para acabar sin mucha pena la carrera equivocada, para divisar anillos en júpiter, para romper lazos que al no apretar ataban.
Será que el último verano se escapó en otro metro,
que en este vagón no sale el sol,
que ayer no llamaste por teléfono.
Será que es temprano y no quiero ir al trabajo,
será que tu olor nunca llega hasta aquí abajo,
serán tus retrasos.
Será que mi contrato temporal no entiende
de tardes de cine
ni de amaneceres.
Será que hace frio y me duelen las rodillas y los alquileres,
será que aún no vives conmigo,
los gritos de padre como alfileres.
Será la ETT, que cierra mis puños, que deja mis sienes
repletas de nubes, neveras vacías, horarios de trenes.
Será que el reloj me duele.
Será por eso que esta alma cansada
te echa de menos.
Llega mi parada.
Aprendí a aligerar mis maletas y me fui para volver, y también para intentar no hacerlo. Vi durante siglos a un hombre con piano en la esquina de la mano de un hedonista, también a una mujer con las pestañas larguísimas y un acento francés, que desentrenada, no supe ver que era la mismísima Octavia... Quise buscar a aquella, en aquella víspera. Una moneda decidía al pie de una escalera si era Volver o Instinto Básico II lo que yo tomaría como película-señal aquella noche. El sol en revolución estaba de mi parte, y salimos en moto por calles que yo juraría desiertas. Pero elegí cruz por esa consciencia trágica de culpabilidad ante el cielo despejado... y al llegar no pude sino volver
Buenos Aires 2001
(o cualquier ciudad desierta)
Mis manos y estas calles son láminas de hielo.
Te busco perdido por San Telmo,
colgado de los cables que unen los tejados.
La lluvia cae como una vieja canción de los Stones,
como el ángel que empujaron de un avión.
Y siempre es jueves en la Plaza de Mayo.
Te busco tras el vaho de un cristal del colectivo
y, en la cena, los malvados de mis amigos
me preguntan una y otra vez por ti.
Y caen los rostros en los charcos de Corrientes,
bajo hojas secas guarda sus sueños la gente.
Y en la tormenta, senadores que escapan,
cristales rotos frente a la Casa Rosada.
Los autos pasan lentos como una manada de elefantes,
en lo oscuro una mujer me ofrece mate
y Charlie salta por mí desde un rascacielos.
Hoy Boca gana y una joven que me recuerda a ti
hace las maletas. El FMI te desnuda en el peor invierno.
Hoy te he dejado grabada esta ciudad en el contestador.
De fondo se oye, cada día canta mejor,
siglo veinte, cambalache, problemático y febril.
Y tarareas una canción de los Redondos.
Hoy iré al río, te buscaré en el fondo.
Mafalda juega a la guerra nuclear.
Iré a San Telmo, hoy te tengo que encontrar.
Es la distancia al ideal una necesidad... Distancia temporal, distancia espacial, distancia emocional ...La operación ideológica, "elevar al rango de imposible para posponerlo o evitar su encuentro". Lo que no sostiene y a la vez nos guarda del encuentro con La Cosa. Pero a la vez está esa pulsión de muerte, ese exceso, que en mi se traduce en deseo de que todo encaje, de la armonía de la estructura que se rebela, que me da la clave del cómo, y sobretodo del por qué.
Qué andarás haciendo
(Y cómo, y dónde, y por qué...)
hecha una madeja en el sillón,
dibujando constelaciones en los huecos
de los cuadros que aún faltan por colgar.
Qué andarás haciendo ahora,
apagando las luces del salón,
probándote quizá un vestido nuevo,
planeando una huida, ver el mar.
Y yo afilando lunas, perdido en el hotel,
encontrando tus caricias en el neceser.
Y yo buscándote en el espejo azul del baño,
en la ropa cansada del armario.
Qué andarás haciendo ahora,
cansada viendo la televisión,
guardando mi paz y mis retratos,
la costumbre de dormir al lado izquierdo.
Qué andarás haciendo ahora,
maldiciendo la luz, el primer sol,
hermosa con los párpados hinchados,
regando las plantas, todos los recuerdos.
Y yo retirando hojas secas de la cama,
soñándome contigo bajo el agua.
Y yo recordando que olvidé tender la ropa,
preguntándome qué andarás haciendo ahora.
Quizá una forma bella de distancia, una sólo placentera, agotadora, en que la copa rebosa tranquila, esa armonía fría y tranquilizadora. Luego aparecen las distancias de guardia, de cambio, que se incendian y se calman sin motivo, otra vez bellas, pero más oscuras, a punto de alcanzar la cosa porque no es esa en sí, sabemos que es otra, los cambios de ritmo nos aseguran su temporalidad pero también su enigma. De fondo está lo que creemos ser, la ciudad desierta que nos identifica, que no queremos definir más allá de un Paredro o Castillo Sangriento en el Polidor. Ese gusto por la palabra exacta, por tu soledad, por las dudas que las Certazas sublimes o bellas no pueden quitarte. Entonces vuelve, una consciencia de no saber, una señal de lluvia o pájaros, un deseo de hablar en subjuntivo, de incertidumbre, de la ciudad y su búsqueda, de saber qué andarás haciendo ahora. Algo (de) Sublime que se adjudica sólo, en contra de lo razonable, en que el exceso es la distancia, la búsqueda aparece como espera e inacción, incapaz de saber si es el centro lo que busca excentrarse, cerrado por derribo o ideal fantasma.
Un hombre espera en el desierto
La arena de los relojes
hizo crecer el desierto.
No digas que aquí hay silencio,
podrás decir que no oyes.
A los campos de Tinduf
no llega ese rumor de espuma
que el viento mecía en la duna
en que te amé una noche azul.
La piel de tu dromedario
me abriga como tus besos
y arropa el llanto del preso
aquel que te recuerda a diario.
Un hombre espera en el desierto
a que se tiña de gris el cielo,
a que me ames en hasanía,
a que devuelvan la melodía
que le robaron al viento.
La arena de los relojes hizo crecer el desierto.
Si nos asalta la noche fria
déjame pasarla en tu haima.
Si la arena se levanta,
mejor, así pasaré a tu lado más días.
Desde los acantilados
de Bojador cantan las olas:
"basta ya de derrotas".
El hombre del desierto esperó demasiado.
Un hombre espera en el desierto
a que se tiña de gris el cielo,
a que me ames en hasanía
a que devuelvan la melodía
que le robaron al viento.
La arena de los relojes hizo crecer el desierto.
La arena de los relojes hizo crecer el desierto.
¿Por qué ha vuelto Ismael?
7 comentarios:
Extraordinario post, que he leido todo de principio a fin con reflexiones y letras deliciosas (inclusive) que me supongo serán de Ismael Serrano, si es que a él te referís (no conozco mucho sobre sus letras, pero me saben a él).
Estoy en Buenos Aires, en la parte de la ciudad desierta, es noche cerrada, suenan los Redondos y para mi felicidad, Boca va primero, premonitoria esa letra o o son cosas que deben ser asi.
Una verdadera belleza lo que has compuesto.
Un beso-
Si, es Ismael Serrano, aún me pregunto por qué vuelve tras esa ausencia casi odiosa que hemos tenido, en que yo frecuenté a otros y él seguro a muchas otras...
¿recuerdas esos encuentros en el Pont-des-Arts?... eso ha pasado entre mi post y tus calles, o caminos, o avenidas que recorrimos, sólo que no nos acordamos ahora ;***
Gracias por ese comentario, vale por todos los otros que vienen y se van, como en la ciudad del viento, un beso.
Ismael es eso. Un grito de estómago que encuentras en el cajón donde buscabas un destornillador o el número de la pizzería. Y entonces ¿Qué va ser de mí?
Anoche se disfrazó de Quique con Urquijo en vaso de tubo, sin jerseys verdes, excéntricos mandalas a palo seco.
En todos los lugares te encuentro.
En todos los lugares me siento un habitante mas, menos aquí, que siento que estoy hablando el mismo idioma.
En rigor a la verdad hay otros sitios donde siento que hablo el mismo idioma, pero este es uno de ellos.
Respondiendo a tu pregunta sobre porqué vuelve Ismael, desconozco todos sus motivos, pero hay uno que con seguridad busca y es tu emoción.
Agarrarte por dentro, como dice Quique.
Besos y regresos.
Qué lindas noticias... Ismael otra vez, me alegra saber que has vuelto a pensar con los oídos...
Él vuelve y revuelve porque nunca se va, siempre está ahí, entre las cosas que no nos atrevemos a tirar de la estantería. Casi tengo que ponerme la mano como visera, amparando los ojos viéndote hecha una madeja en el sillón o farfullando por las insurgentes sintaxis... No estarás sola.
Algo pasó no???
:)... No sé por qué "no estarás sola" suena a que lo estás, a que vendrán otros a ocuparme un lugar vacío ab eterno... Tampoco sé por qué paso por el Agüita cada noche de vasos rotos... Ni si pasó algo, o sólo fue que pasó tanto, que "quizá las cosas no nos cambien tanto"... Nisiquiera por qué esto suena a monólogo final de Ciudad sin límites, cuando yo sólo quería decir que estoy tan extrañada como contenta, tan feliz como melancólica, tan esperanza como cronopio de todas estos pájaros mojados :*
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