Leo, siento y padezco a Jose M. Sánchez Ron en un artículo sobre Bertrand Russell en el que al mentar la verdad no se le tuerce el gesto. (Al menos no se le tuerce que yo sepa o que yo intuya). A Russel lo leí primero en textos sueltos, luego en Por qué no soy cristiano, y más tarde en otros textos más escogidos, confieso, como S. Ron, que no entendí Principia Mathematica.
Cito dos párrafos que él cita. Y los suscribo, sobre todo por su economía de medios.
"Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación"
No dice búsqueda de amor, ni ansia de conocimiento, y sí dice "insoportable piedad" y "angustia". Parece todo el conjunto tan exacto y cerrado como total que suma más que las partes.
"Puede que haya concebido equivocadamente la verdad teórica, pero no me equivoqué en pensar que existe tal verdad y que merece nuestra lealtad. Puede que haya creído que el camino hacia un mundo de hombres libres y felices era más corto de lo que se está revelando, pero no me equivoqué al pensar que ese mundo es posible, y que merece la pena vivir con miras a volverlo realidad".
Lo que me pasaba antes cuando leía estas cosas es que me recorría la misma angustia, la mismita que leo en Russell, la del obsesivo buscador, ansioso y angustiado. Y sin embargo, esa esperanza del filósofo de estar en el camino, esa también me suena, a pesar de estar en el mismo mundo de los que se levantan a la 7 para hacer el mísero trabajo de ganar dinero para otro al que no le importa nada la verdad ni la lealtad, y a pesar de eso aún creo, aún mantengo la esperanza, la mismita que genera la angustia.
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