sábado, 21 de enero de 2012
domingo, 15 de enero de 2012
De más
Está de más hablar aquí de Pedro, seguro también se ha hablado de la teoría del Hueco, ambos deben ser la banda sonora y el hilo conductor escondido de este blog. Una vez, hace mucho pero fue ayer, que me dijeron que pareciera buscar un asidero, a veces lo escondo mejor, y a ratos me olvido que busco, me olvido del afán cazador, del afán de eternidad, o del otro, ese de la transparencia, el de jugar con las cartas boca arriba, pero salen a la menor ocasión, quizá no en la mejor, las mejores ocasiones no le interesan a quien busca.
Segura estoy que todos tenemos ese hueco, sólo que hay varias formas de relacionarse con él. No sólo existe el afán de llenarlo, no, con el tiempo he observado más formas, antes iba yo creyendo que sólo había una, la mía, y las otras eran pálidas formas de ocultar la única posible (ay, otro día hablamos de la verdad, otro día).
Pues hay gente, yo lo he visto, que no lo llena, lo deja estar, deja al hueco que se manifieste, y cuando lo hace, lo dicen tranquilamente, pero no con tristeza (esa es otra especie, la conozco muy bien) sino con franqueza (y tampoco con la franqueza de quien lo exhibe, esa también es otra especie), la sensatez de decir: Mira, este es mi hueco, está así, casi vacío, y eso es lo que hay, no me afano en llenarlo, ni me siento a interrogarlo, ni lo observo preocupado, ni voy probando a ver si lo satisfago con experiencias varias, sólo lo tengo y lo digo con franqueza cuando tengo esa vaga necesidad que para otros es grito. Es casi un extraño, y lo llevo conmigo, como si estuviera de más y no me molestara.
domingo, 1 de enero de 2012
Cada ciudad puede ser otra
Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser tantas
como amorosos la recorren
el amor pasa por los parques
casi sin verlos amándolos
entre la fiesta de los pájaros
y la homilía de los pinos
cada ciudad puede ser otra
cuando el amor pinta los muros
y de los rostros que atardecen
unos es el rostro del amor
y el amor viene y va y regresa
y la ciudad es el testigo
de sus abrazos y crepúsculos
de sus bonanzas y aguaceros
y si el amor se va y no vuelve
la ciudad carga con su otoño
ya que le quedan sólo el duelo
y las estatuas del amo
Mario Benedetti.
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