Luis García Montero escribe en Málaga este poema, que incluye en su libro Habitaciones Separadas, publicado en 1994:
AUNQUE TU NO LO SEPAS
”Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.”
Ese año conoce a Almudena Grandes, que introduce el relato de “el lenguaje de los balcones” de Modelos de Mujer, con unos versos de este poema. Ella le dedica su libro siguiente, en 1996:
«A Luis, que entró en mi vida
y cambió el argumento de esta novela.
Y el argumento de mi vida».
Quique González elige el poema para hacer una canción, que da a Enrique Urquijo, quien la incluye en su nuevo disco con su grupo, que se llamará Desde que no nos vemos (1998):
“Aunque tú no lo sepas,
me he inventado tu nombre,
me drogué con promesas
y he dormido en los coches.
Aunque tú no lo entiendas
nunca escribo el remite en el sobre
por no dejar mis huellas.
Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda
y mi cama se queja,
fría cuando te marchas.
He blindado mi puerta
y al llegar la mañana
o me di ni cuenta
de que ya nunca estabas.
Aunque tú no lo sepas
nos decíamos tanto
con las manos tan llenas
cada día más flacos.
Inventamos mareas,
tripulábamos barcos,
encendía con besos
el mar de tus labios
y toda tu escalera”.
Ese año, un director debutante Juan Vicente Córdoba, leyó el relato de Almudena y lo eligió como argumento para su película, que dirigió en 1999, Aunque tú no lo sepas:
Lucía, una mujer de unos 40 años siente un vuelco en el corazón al cruzarse por casualidad con un hombre, Juan, en unos grandes almacenes. Sin dudarlo decide seguirle hasta su casa, la misma casa donde, veinticinco años atrás, mientras el franquismo daba sus últimos coletazos, Juan vio por primera vez a Lucía y se enamoró. Entonces tenían diecisiete años e inventaron un lenguaje común a través de los balcones.
Cuenta Almudena que cuando Luis y ella escriben, lo hacen en la misma habitación, cuidando que no se mezclen el verso y la prosa, separados por un balcón. Dice que quizás siempre se estuvieron buscando…
la búsqueda
(la encontré en un espejo del otro lado)
llevas días buscándome por este laberinto sin sentido ni forma
que te lleva a saltar
de casa en casa ,de planeta en planeta .
te encontraré, me has dicho.
no será fácil
entre tanta palabra malherida,
tanto amor , tanta ausencia.
no son verdad los ojos
pero puedes hallar
entre la pobre hilera de letras encharcadas
la lluvia de esta tarde .
hay pistas sin embargo
para un buen detective como tú.
el recorte de una vieja fotografía ,
el adjetivo en el centro de un verso,
la referencia a un paisaje
que sólo tú y yo conocemos
o el sonido de un nombre ,
una voz abandonada a su suerte.