Ando estos dias desmadejando un problema que se me convierte en universal todo el tiempo, aunque yo intento reducirlo a un orden, entre el sentido, el destino y la verdad, aunque optando por creer, si es que el verbo puede sustraerse al sentido y el azar (a la verdad no puede, no puedo), si es que se puede creer, yo creo que se debe resolver fuera de ellos, ocurre en pero se resuelve en la brecha. Qué mal se explica la madeja cuando lo intenta, el problema es todos los hilos que va sacando, uniéndolos con nudos que expliquen la madeja y de paso al hilo, Popper se va a levantar con el atizador en la mano.
El caso es que he llegado a un sitio y quería explicármelo, asi que lo haré por aqui, a ver si se produce el mágico efecto de la invocación. Es el problema de la llamada "autonomía", el sujeto como ser "libre y responsable", dueño de su destino, etc. Este problema es una paradoja de la filosofía actual, por un lado el sujeto se considera un agente autónomo y responsable, sin embargo, la tendencia a depositar la "responsabilidad" en el Otro, ya sea en un acontecimiento pasado o en una entidad a la que hago responsable, hace pensar que el ser no es autónomo y libre. La ética utilitarista defiende que cada individuo debe (per)seguir sus propios placeres, y que no somos individuos autónomos, sino que el mecanismo de maximizar el placer determina nuestra conducta. Por tanto es posible manipular las conductas y el utilitarismo tiende a la no-autonomía, atacándola. Lo que yo entiendo como que el "acontecimiento" se produce independiente al sujeto, es decir, el acontecimiento es "irreducible", emerge un significado, es abismal, no tiene causa.
Esto lo defienden tres filósofos desde perspectivas distintas. Heidegger, con el desvelamiento (sí, Esther, estoy en ello), fundamenta que no hay autonomía sino destino, una cierta entidad que maneja los hilos, el destino es el acontecimiento, la causa es abismal y está fuera de la comprensión. Deleuze piensa que hay un ser sustancial impenetrable (no comprencible) y que de él emerge el sentido, que se conoce en la superficie como acontecimiento (esto pudiera ser Borges, sí, pudiera). Y Alain Badiou y la idea de que la verdad es el acontecimiento que es autónomo, fundamental, abismal en cuanto que se fundamenta a sí mismo, no se puede derivar de o reducir a un orden determinado del ser.
Aunque anudada la madeja en acontecimientos abstractos no es sino en los concretos cuando se ve capaz de desentrañar los otros, que en cascada vendrían a explicarse y dar sentido al Universal. Aún atada a la última opción, la de Badiou, en la oposición kantiana del ser y el acontecimiento de verdad, quiero pensar (¿creer quizá?) que Zizek (nuestro amigo yugoslavo de Lacan) tiene razón en el concepto de autonomía, es decir, el acontecimiento no es irreducible, eso es muy idealista, (conformista diría yo, porque es lo mismo, la magia es una forma de no buscar porque sola vendrá, y me será desvelada), es decir, que la autonomía no es manipulada por las circunstancias, y no lo es porque no es funcional, es un impulso como la líbido o la voluntad, algo que no es objetivo ni conducible. Y paradójicamente este aspecto de la conducta, más allá de toda actividad que conduce a ciertos fines (placer, reproducción, poder, etc) es una pulsión de auto-sabotaje. Yo lo entiendo como un límite del ser en que es completamente autónomo, por tanto no funcional en cuanto a no perseguir fines y ser manipulable, lo que el psicoanálisis llama la "pulsión de muerte" un exceso de vida, algo no funcional, algo que al emerger hace su propia causa, emerge y modifica las condiciones propias de haber sucedido, un sabotaje de fines, un círculo.
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