sábado, 27 de junio de 2009

El elegido


"Ahora termina la tarde, el sol va a ocultarse. Sólo en Cuba se ve así. Es una tarjeta postal de mal gusto. El mar está tranquilo y el sol es importante. Se hace angustiosamente necesaria esta plenitud del sol. No hay que apegarse a las cosas. El escoch debe tomarse con agua porque con soda llena más, bloquea el estómago. Es una buena bebida escocesa que hace olvidar la insoportable y constante disyuntiva. No hay que elegir con el whisky (ni con el ron ni el coñac), porque abre un solo camino al que puede el hombre abandonarse"

La situación de Lisandro Otero
Novela elegida para el premio
Casa de Las Americas en 1963.


"Ahora siento la necesidad de cancelar algo,
de ejecutar una acción irracional, una insensatez:
vierto el contenido de mi vaso sobre la arena;
el escoch corre un instante, antes de ser absorbido;
el hilo, antes transparente,
oscurece el polvo fino con el que se mezcla.
Esta insoportable lucidez."

Jurado: Alejo Carpentier,
Edmundo Desnoes,
Julio Cortázar,
Julio Le Riverend,
Ruben Azócar.


"Me siento bien. Los tragos me han dado un sopor tranquilo
y estoy en medio de una campana al vacío
que me insensibiliza y me protege;
a prueba de balas puedo lanzarme
a las mayores audacias sin temor a represalias.
Ha oscurecido completamente
y sigo aquí en la arena,
solo como un idiota;
además, se me acabó el whisky."

Invitados por
Haydee Santamaria.
Hermana del revolucionario
Abel Santamaría.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola soy tu visita nº 6000

Anónimo dijo...

A Anna Pyetróvna Kem (1800-1879)

Recuerdo aquel instante prodigioso
en el que apareciste frente a mí,
lo mismo que una efímera visión
igual que un genio de belleza pura.

En mi languidecer sin esperanza,
en las zozobras del ruidoso afán,
tu tierna voz se oyó en mi largo tiempo
y soñaba con tus divinos rasgos.

Transcurrieron los años. La agitada
tormenta dispersó los viejos sueños
y al olvido entregué tu tierna voz
así como tus rasgos celestiales.

En cautiverio oscuro y tenebroso
mis días en silencio se arrastraban,
sin la deidad y sin la inspiración,
sin lágrimas, sin vida, sin amor.

Mas ahora que el despertar llegó a mi alma,
y de nuevo apareces ante mí,
lo mismo que una efímera visión
igual que un genio de belleza pura.

Y el corazón me late arrebatado
porque en él nuevamente resucitan
La inspiración y la divinidad
y la vida, y el llanto y el amor.



Alexander Pushkin.